“Volver a la superficie”
La compasión es un sentimiento que nos invade frente al sufrimiento de los demás, y nos impulsa a actuar con el fin de aliviarlo y producir bienestar.
Es decir, no basta con darse cuenta del dolor del otro, se debe ir un paso más allá, realizando las acciones necesarias con el fin de ayudarlo. Podemos afirmar que se trata de un acto de solidaridad.
En ese sentido, la compasión es una de las más nobles cualidades que tenemos los seres humanos; que además, permite llevar a cabo interacciones sociales que propician el desarrollo de la conciencia social.
Al respecto, Calle (2017), señala que si todos entendiéramos que somos una familia de criaturas sintientes y que a todos nos gusta la dicha y a ninguno la desdicha, no solo evitaríamos cualquier perjuicio a los otros, sino que en lo posible trataríamos de socorrerles y ayudarles en todo lo que nos fuese posible. No habría lugar para dañar a los otros, porque sabríamos vivencialmente que “al herirte, me hiero”. Seríamos cooperantes en el más amplio sentido de la palabra y la actitud de compasión prevendría contra todo tipo de injusticias, desigualdades, odios y crueldades. (p. 267).
En ese contexto, es fundamental reconocer el dolor que siente el otro para responder compasivamente a ese dolor a través de la ayuda que le permita mitigar su sufrimiento. En este punto, se debe precisar que es la proximidad o el acercamiento con los demás lo que nos permite identificar la difícil situación en la que se encuentran con el fin de generar bienestar en sus vidas y su entorno.
De tal manera que, frente a la turbulenta marea de las emociones de tristeza o miedo que estemos experimentando, la compasión aparezca como un bote que nos permite salir a la superficie para dar el primer paso con el fin de retomar nuestro camino. Y es que en la vida todos hemos pasado por situaciones desafiantes o profundo dolor debido a diferentes circunstancias, y es precisamente en esos momentos que más necesitamos del apoyo de los demás. Valioso apoyo gracias al cual muchos hemos retomado la energía y la fuerza para seguir adelante pese a las dificultades.
En eso consiste la compasión, en tener sensibilidad frente al dolor del otro y en actuar con la intención de aliviar su sufrimiento o incluso prevenirlo. Pues la compasión es también confortar y consolar a los demás, así como hacer todo lo posible para evitarles desgracias, angustias o aflicciones. De tal manera que nos habla también de una persona solidaria que da lo mejor de sí desde el corazón.
Finalmente, en este generoso acto de desprendimiento y cooperación se refleja además, la importancia que le damos al otro, al tomar conciencia que su dolor ha sido también nuestro dolor, pues si bien lo vivimos bajo circunstancias y momentos diferentes, sabemos de qué se trata, conocemos el sufrimiento, lo hemos experimentado en carne propia; y en ese sentido, aprendemos a dar un paso más, al reconocer que todos estamos íntimamente vinculados y que nuestras conductas y comportamientos deberían llevarnos a asociamos en un nosotros.
Referencia:
Calle, R. (2017). El Gran Libro de la Meditación. Editorial Planeta S.A.