¿Cómo aprendimos a ser agradecidos?
Podemos empezar diciendo que nuestros padres o las personas encargadas de nuestro cuidado, así como nuestros profesores o maestros nos enseñaron a dar las “gracias”. Ahora bien, ¿para qué nos enseñaron a hacerlo?, pues para educarnos y mostrarnos buenos modales.
Más de uno recordará la voz de un adulto haciéndoles la siguiente pregunta: “¿qué debes decirle a tu tío por el regalo que te ha traído?”. Probablemente, algunos con una vocecita tímida decían, “gracias tío”; mientras otros con voz alta, exclamaban, “¡gracias tío!”, en algunos casos incluso con saltos de alegría.
De esa y otras maneras, los adultos estaban cumpliendo su responsabilidad pero al mismo tiempo estaban mostrándonos el inicio de algo que daría sentido a nuestras vidas.
El tiempo fue pasando y empezamos a relacionarnos con más personas, que tuvieron diferentes atenciones para con nosotros o incluso nos brindaron su apoyo cuando más lo necesitábamos; y si bien a todas ellas les dimos las “gracias”, en algún momento algo cambió. Saben, ¿qué fue lo que sucedió?.
La respuesta es que empezamos a dar las “gracias” desde un sentido de “gratitud”, es decir, con plena conciencia de lo valioso que es poder contar con alguien en las diferentes situaciones que nos presenta la vida. Así, en lo cotidiano, fuimos aprendiendo a apreciar y a valorar lo que otros hacían por nosotros.
Así, comenzamos a experimentar el reconocimiento que nacía desde nuestro corazón hacia otro ser que nos brindó su tiempo, su compañía, sus abrazos, sus ganas de ayudar, su trabajo; así como cualquier acto de generosidad personal; y es justamente eso el “agradecimiento”. Palabra que sostiene el acto de “agradecer” con un sentir emocional que va más allá de lo que pronunciamos solo con palabras. Incluso, hemos escuchado de la posibilidad de llegar a “agradecer” las experiencias desagradables en la medida que reconocemos en ellas una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.
Ahora bien, me gustaría que reflexionemos al respecto con la siguiente pregunta: ¿practicamos el agradecimiento en nuestras vidas?. Por ejemplo, solemos decir, te agradezco mucho; eres muy amable; valoro lo que hiciste por mí; doy gracias porque eres parte de mi vida; entre otras. Lo cierto es que cada quien puede hacerlo de la manera que prefiera, no hay reglas para ello, lo importante es lograr establecer una conexión con nuestro sentir emocional en los términos que hemos comentado en las líneas anteriores.
Para ello, es fundamental que cada uno logre identificar la “gratitud” que siente en determinado momento para tener una respuesta de “agradecimiento”. Probablemente, para algunos de nosotros requiera mayor esfuerzo pero una vez que logremos incorporarla será parte de nuestras vidas.
Así, empezaremos a vivir en “gratitud”, con pleno conocimiento de que contamos con algo que guía y promueve nuestras relaciones con los demás generando bienestar en nosotros mismos y en nuestro entorno. Pasaremos a expresar nuestra “gratitud” con gracia o de manera gratuita, es decir, sin costos ni exigencias.
Podemos empezar, enviando un mensaje o haciendo una llamada de “agradecimiento” a esa persona que en su oportunidad nos brindó algo que apreciamos, ya sea porque nos dió consuelo, apoyo, alegría, satisfacción, entre otros. ¡Inténtalo!. Es una invitación, y si vienes haciéndolo, ¡felicidades! porque has desarrollado la capacidad de reconocer a los demás en todo el sentido de la palabra.
Tengamos presente que del otro lado se encuentra un ser que hizo algo valioso por nosotros y que al recibir unas palabras de “agradecimiento” sentirá también una gran satisfacción. Qué mejor que hacérselo saber.
Como podemos ver, el “agradecimiento” brinda satisfacción emocional para ambas partes, es decir, para el que recibe y para el que entrega. Según, Bisquerra (2015), los comportamientos prosociales, es decir, aquellos en los que se realizan acciones en favor de otras personas sin esperar nada a cambio, pueden ser una gran fuente de satisfacción emocional. (p. 61). En ese sentido, es fundamental desarrollar ese tipo de acciones en beneficio de los demás, ya que favorecen nuestro desarrollo integral; tema que estaremos compartiendo en un próximo post.
Hemos llegado al final y aprovechó la oportunidad para agradecerles de corazón por ser parte de “A Entropía”.
¡Muchas gracias, por acompañarnos!. Abrazos.
Bisquerra, R. (2015). Universo de Emociones. Editorial Palaugea Comunicación S.L.