“La alegría es la emoción de la risa”
Como comentamos en el post “Reconociendo nuestras emociones”, de acuerdo con Paul Ekman, psicólogo especializado en el estudio de las emociones, todos nacemos con seis “emociones básicas”, que son: miedo, alegría, tristeza, ira, aversión y sorpresa.
Con fines prácticos podemos decir que dichas emociones producen reacciones ”negativas”, “positivas” y “neutras”. Así, las emociones del miedo, tristeza, ira y aversión producen en nosotros reacciones “negativas” porque son displacenteras; la alegría produce reacciones “positivas” o placenteras; mientras que la sorpresa produce reacciones neutras, es decir, no son “negativas” ni “positivas”.
Todos hemos experimentado dichas emociones con sus respectivas reacciones en diferentes momentos de nuestras vidas. Probablemente, incluso, todas en un mismo día pero no lo recordamos porque percatarnos de ello requiere de atención, es decir, tener la capacidad de encontrarnos presentes con todo nuestro ser en el aquí y ahora cuando se producen los desafíos, las situaciones satisfactorias, así como las insatisfactorias.
Y es que en la vida estamos expuestos a acontecimientos dolorosos, injustos, complicados o complejos que debemos afrontar. Curiosamente de las seis emociones que hemos señalado, tenemos cuatro (ira, miedo, tristeza y aversión) así como sus matices, para poner nombre a lo que sentimos cuando se producen dichos acontecimientos; decimos por ejemplo, que sentimos rabia para que los demás sepan que algo nos produce ira, o decimos que nos sentimos ansiosos porque tememos que algo malo nos suceda, o lloramos ante una pérdida porque sentimos tristeza.
Es así como el lenguaje nos ofrece todas esas posibilidades para expresar el malestar físico y emocional que sentimos; mientras que del otro lado, aunque solita pero no por eso menos fuerte, emerge una emoción con la intención de buscar un equilibrio en nuestras vidas, esa es la emoción de la alegría que cuando llega nos regala diversión, gozo, satisfacción, humor, gratitud, deleite, júbilo, regocijo, optimismo, entusiasmo, contento, entretenimiento, etc.
Cabe precisar que si bien existen diferentes tipos de alegría y no todas ellas obedecen a sucesos positivos, como sería el caso de la alegría por la desgracia ajena; que, lamentablemente, existe y hace daño. En términos generales en esta oportunidad, podemos decir que la alegría es una emoción placentera que se produce como respuesta a un evento o acontecimiento que consideramos positivo.
Y si nos preguntamos, ¿qué tiene de especial la alegría? Pues lo especial de la alegría es la risa, es decir, esa acción espontánea que nos produce una sensación agradable en el rostro, el cuerpo y la mente. Para Bloch (2007), la risa es la expresión extrema de la alegría (p. 145).
Esa risa maravillosa que nos divierte y que incluso llega a contagiar a los demás. Esa risa que nos regala “lágrimas de alegría” que no podemos contener y que tanto bien nos hacen. O esa llamada “sonrisa de los ojos” que es la forma más auténtica y espontánea de sonreír que podemos regalar a los demás.
Es así que para Bisquerra (2015), el humor y la risa contrarrestan experiencias de emociones negativas; intensifican la confianza entre las personas; preparan al organismo para experimentar placer sensorial; amortiguan el estrés; reducen el malestar y el dolor; bajan la tensión. Son altamente beneficiosas para la salud mental y física. (p. 56).
Por lo tanto, es importante que aprendamos a habitar las emociones displacenteras que hemos mencionado pues son parte de los retos, desafíos y las crisis que nos presenta la vida; pero además es necesario que aprendamos a autogenerar emociones positivas como la alegría, el humor, la gratitud, etc; que nos impulsen a disfrutar de las cosas y los buenos momentos que también nos ofrece la vida. Esto es lo que se conoce con el nombre de regulación emocional.
Referencias:
Bisquerra, R. (2015). Universo de Emociones. Editorial Palaugea Comunicación S.L.
Bloch, S. (2007). El Alba de las emociones. Uqbar editores.